Como un retrato de la era en que vivimos, Maleonn baila al ritmo exagerado y ridículo de nuestro tiempo aceptando que este es nuestro destino: lo superficial, lo falso. Su proceso de trabajo, sin embargo, no se desliga de la auto-reflexión y una profunda inspección del ser humano como individuo.
Sus imágenes recrean un mundo real y artificial. Son escenas que el artista ha vivido, pero en su fantasía; son su mundo interior. La imaginación y la influencia del mundo actual y el comportamiento del humano contemporáneo dan lugar a imágenes pictóricas e idílicas que reflejan diversas verdades del mundo: sus complicaciones sin sentido, su caos. Es un juego realidad-fantasía que parece hacer énfasis en lo artificial que la realidad acaba resultando.